lunes, 8 de noviembre de 2010

Primer Principio de Victoria: La oración. II

     Hay tres cosas fundamentales, tres principios, que después de haber recibido a Jesucristo como Señor y Salvador, nos van a hacer crecer como cristianos, haciéndonos mas fuertes, afianzando nuestra fe y haciéndola madurar. Es maravilloso descubrir toda esta verdad. Escribiré sobre el primero en esta entrada.

  1. El principio de la oración.
     Primero, una definición sencilla de lo que es orar, para no confundirnos con la idea que tradicionalmente nos han enseñado. “La oración es un diálogo con nuestro amado Dios, bajo la certeza de que Él nos escucha”.  Es decir, es una “conversación" con Nuestro Padre.

     Jesucristo, nos enseñó una oración básica. Yo me quedé impresionada, cuando el hermano encargado de las clases, analizó brevemente el Padre Nuestro, como modelo a seguir, por decirlo de alguna forma, para hacer nuestras propias oraciones, pero voy a explicarme por pasos, porque me pareció maravilloso, ya que nunca lo había visto de esta forma, desde pequeños a la mayoría de nosotros, nos enseñan esas "oraciones predeterminadas" , hechas por los hombres, como la única forma de que Dios nos escuche, y esto es un error.

-         Padre Nuestro que estas en el cielo, Santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu Reino. Hágase tu voluntad aquí en la tierra como en el cielo. (Empezamos alabando a Dios, Santificándolo)
-         Danos hoy nuestro pan de cada día, (Pedimos por nuestro sustento )
-         perdona nuestros pecados, como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. (nos arrepentimos y pedimos perdón por las cosas que hemos hecho mal, ya que, “el que menos peca, peca siete veces siete, en un día”. Decimos que nosotros "también perdonamos". Ese perdón, ese perdón ya te hayan hecho mal o lo hayas hecho tu, es un punto clave para seguir al Señor. Él nos perdonó todas las cosas que hemos hecho ¿que menos que perdonar nosotros todas las cosas? La falta de perdón, el no saber perdonar, no por sentimientos porque es difícil, por mi experiencia, cuando te hacen muchísimo daño, es imposible sentir el perdón, pero aún asi, hay que perdonar, por convicción. Porque si no, esa falta de perdón, nos amarga el alma. Se apodera de nosotros, llenándonos de malos sentimientos)
-         No nos dejes caer en la tentación, más líbranos del mal. (Rogamos que nos ayude y nos de fortaleza para darle la espalda a las tentaciones. Y pedimos que aleje de nosotros al enemigo).

     Yo me maravillé (se que utilizo mucho esta palabra, pero es que no tengo otra para poder expresar la grandeza) con esto. A mi, como a muchas personas, de la “iglesia tradicional”, nos enseñan, a “rezar”, que es literalmente eso, “rezar”, sucesión de palabras, las cuales dices de carretilla, te las aprendes de memoria, y ya. Mientras el hermano Juan hablaba, me di cuenta, de lo grandioso de estas palabras. Y me enseñó, que para orar, no es necesario hablar de carretilla, y me di cuenta, que el Padre Nuestro, es un modelo a seguir, que nos dejó Nuestro Señor, un “ejemplo”.

     Otra cosa que me impacto a mi muchísimo, es cuando, me senté en la silla, después de una breve presentación del curso, por parte del Pastor, dijo “vamos a orar” . Cerraron los ojos, algunos de los hermanos allí presentes, también cerraron las manos, e inclinaron la cabeza (yo, en ésta primera oración, por mi ignorancia, me quedé observando). El Pastor habló, dirigiéndose a Dios, de una forma espontánea, sin seguir un “guión”.

     Al terminar la clase, nuestro “profe” oro también, por que Dios nos diera entendimiento para comprender lo que estábamos estudiando, oro por el Ministerio. Tanto una oración como la otra, fueron maravillosas. Me agradó ver, oír, de que forma tan simple, podemos hablarle a Nuestro Señor. Dándole gracias, pidiéndole, alabándole.  Cuento todo esto, porque a pesar de lo que nos han enseñado, se puede orar a nuestro Dios, sin necesidad de unas palabras “pre-fabricadas” por alguien. Debemos orar con nuestras palabras, con fe y confianza, sin tener que usar florituras ni palabrerías. Debemos dedicarle tiempo en nuestro día a día para orar, para hablar con nuestro Padre, como cualquier hijo hablaría con su padre. Se puede hacer en cualquier momento, y es necesario. Dedicarle el tiempo que se quiera, pero es muy importante.

     El Señor Jesucristo, pasaba mucho tiempo en oración, formaba una parte fundamental en su día a día, pasaba largas horas orando Dios el Padre y no tomaba ninguna decisión, sin antes orar. (Lucas 6:12-13) “En aquellos días se fue al monte a orar, y pasó la noche orando a Dios. Y cuando era de día, llamó a sus discípulos, escogiendo a doce de ellos, a los cuales llamó también apóstoles”.

Gracias por leerme ;)  Bendiciones!!!

5 comentarios:

  1. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  2. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Este comentario ha sido eliminado por un administrador del blog.

    ResponderEliminar
  5. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar

Los buenos comentarios alimentan el blog, los malos, lo ensucian. Escribe siempre con moderación y respeto, la libertad de expresión consiste en: No comparto lo que usted dice, pero me pelearía porque usted pudiera decirlo.